La nueva gama de portátiles de Apple incorpora novedades (en algunos modelos) como la Touch Bar y estrenan un diseño mucho más compacto, pero se esperaba algo más.
Cuando lanzó el MacBook Air en 2008, Apple redefinió cómo debía ser un portátil. Fue muy criticado por perder puertos, conexión Ethernet... Sin embargo, en poco tiempo, muchas marcas optaron por el mismo tipo de diseño ultracompacto, con memoria sólida, menos conexiones USB... Hasta que Intel vino a definir la categoría "ultrabook" prácticamente con las características de un MacBook Air, entre otras, su ligereza y volumen compacto.
Sin embargo, a los portátiles más serios de Apple les ha costado bastante más tiempo adaptarse. Hasta ahora con el nuevo MacBook Pro.
Antes de hablar de su potencia o de la calidad redoblada de su pantalla retina, hay dos aspectos que destacan: el diseño y la famosa Touch Bar. Aunque, probablemente, haya una apreciación previa: si has utilizado en alguna ocasión en los últimos cinco o siete años un Mac y te has sentido cómodo, con el MacBook Pro te vas a sentir como en casa.
Ésa ha sido mi sensación. Vaya por delante que he usado indistintamente Mac y PC durante mis últimos 20 años laborales, pero arrancar el Pro que he estado probando estas dos semanas y no echar nada de menos ha sido inmediato. Eso es bueno y, a la vez, malo. Me explico. Que MacOS es un sistema operativo de uso intuitivo, estable... que se entiende perfectamente con el hardware que diseña Apple... no hace falta demostrarlo ni volver a ponerlo en valor. Pero tal vez va siendo hora de dar un paso adelante.
La barra de herramientas es una pieza diferencial tanto por software como por hardware, pero no es el paso adelante al que me refería en el párrafo anterior. Me quedo con la sensación de que no ha habido efecto mágico. Y eso que la barra mola.
Hace ya una década se presentó un teclado en el que los botones tenían minipantallas OLED. En función del idioma o de otros criterios, se podía cambiar el símbolo y la función que realizaba cada tecla. Del Optimus yo no he vuelto a oír hablar, pero esta Touch Bar es una evolución radical de ese concepto.
La Touch Bar en acción. Las teclas de función se han sustituido por una pantalla táctil que cambia con la aplicación que estemos utilizando en ese momento.
Una pantalla con resolución retina reemplaza en ciertos modelos de MacBook Pro la fila superior de teclas de función, desde la de Escape (esc) hasta la de expulsión del disco. Es personalizable, cambia en función del programa que estemos utilizando, se puede interactuar con ella... Con un mínimo aprendizaje se convierte en una herramienta muy cómoda tanto para escribir un correo electrónico como para navegar por la web o para manejar fotos.
Como complemento de la Touch Bar, en el extremo derecho de la barra está el Touch ID, una superficie de cristal de zafiro incrustada en un marco de acero que funciona como el lector de huella dactilar de un móvil o tableta. Se puede utilizar para arrancar el portátil con seguridad o para realizar pagos a través de Apple Pay.
Comprimido
Con lo que lleva dentro el rediseño para crear un portátil fino y ligero ha sido casi total, incluidos los altavoces, la pantalla y el sistema de refrigeración. El resultado es una combinación entre un MacBook Air y un Pro convencionales. Para ir haciéndose a la idea, el de 15 pulgadas tiene 15,5 milímetros de grosor, un 20% menos de volumen que la generación anterior, pero el de 13 pulgadas es más fino y más ligero que el Air de 13 pulgadas. Las medidas exactas del más grande, en realidad la pantalla es de 15,4 pulgadas, son 15,5 milímetros de grosor por 349,3 de ancho y 240,7 de fondo y pesa 1,83 kilos. El de 13: 14,9 x 304,1 x 212,4 milímetros y 1,37 kilos. Por fin se aúna potencia para trabajar (y para entretenerse) y portabilidad total.Los nuevos MacBook Pro utilizan la sexta generación de procesadores de Intel. El de 15,4 pulgadas se puede configurar con un i7 de cuatro núcleos a 2,7 GHz y Turbo Boost de hasta 3,6 GHz. La gráfica puede ser la Radeon Pro 460 con cuatro gigas de memoria. El resultado es un rendimiento un 130% mejor en gráficos; un 60% superior con juegos y un 57% más rápido editando vídeo.
Es un portátil que puede reemplazar perfectamente a un sobremesa y que se puede conectar con hasta dos monitores con resolución 5K (el 15,4 pulgadas). Sin embargo, no deja de ser un portátil diseñado para movilidad. Y la batería es una pieza absolutamente clave. En todos los casos, los nuevos Pro aguantan hasta diez horas de trabajo sin conectarse al enchufe.
Thunderbolt
Apple no deja indiferente y tiene una legión de detractores igual de numerosa y activa que la de seguidores. La de detractores se suele encender con cada nuevo portátil Mac. "¡Están locos! ¡Un solo puerto USB!", "¡Están locos, no lleva DVD!"... Y, al final, todos pasan por el aro y terminan cambiando puertos, renunciando a disqueteras, bandejas DVD... En esta ocasión, la apuesta es totalmente radical por los conectores Thunderbolt. Completamente compatibles con el que se está convirtiendo en el nuevo estándar USB-C, cada uno de los cuatro puertos del MacBook Pro de 15,4 pulgadas sirve para todo: cargar, conectar dispositivos Thunderbolt, USB-C, transferir datos hasta 40 Gb por segundo...Pese a mis reticencias respecto a que Apple debería haber dado un mayor paso para ponerse a la cabeza indiscutida en el terreno del diseño, la nueva gama de portátiles con la manzana mordida han arrancado con éxito. Ni lo dice Apple ni yo. Según datos de Slice Intelligence, las ventas on line de los últimos Pro en los primeros cinco días equivalen al 80% aproximadamente de las ventas de MacBooks de 12 pulgadas desde su lanzamiento en abril de 2015. Y son superiores a la suma acumulada de sus competidores Surface Book (octubre de 2015), Asus Chromebook Flip (junio 2015), Dell Inspiron 2-in-1 (mayo 2016) y Lenovo Yoga 900 (octubre de 2015).
Los precios también son pro: los de 15,4 pulgadas comienzan en 2.699; los de 13, en 1.699 sin el Touch Bar y desde 1.999 con la barra de herramientas.